sábado, 20 de diciembre de 2008

SUMATRA 15-17Nov Bukkitingi

El viaje en autobús hasta Bukkittingi probablemente haya sido el más pesado y caótico que hemos tenido hasta la fecha, 15 horas de carreteras estrechas, adelantamientos sin visibilidad y curvas de agárrate y no te menees. Vaya autobús, no tenia desperdicio. Nada más entrar, el supervisor nos intenta engañar. Nos dice que nuestros asientos son los dos de atrás del todo; unos que había pegados a la puerta, que eran totalmente rígidos.(Imaginaos 15h sentados con la espalda recta, sin poder ni siquiera recostarte un poco) Extrañados, (porque en esta ocasión no habíamos pagado clase economic) le rebatimos que no puede ser y cuando ve, que no estamos dispuestos a ceder y que además se la podemos montar levanta a uno que estaba en otros asientos, para colocarnos a nosotros. Cuando miramos detenidamente los números, (que no fue tarea fácil, porque faltaban la mitad de los asientos por numerar) comprobamos que realmente eran los nuestros. Se suponía que esta vez viajábamos en clase executive y hasta las cucarachas llevaban maletín, había más mierda allí dentro… por si fuera poco, nos tocó una que no paró de vomitar en todo el viaje. La pobre con tanta curva se mareaba. Al principio llegaba al baño, pero después fue acortando el camino, y se quedaba en las escalera, hasta que llegó un momento que ya ni se movía del asiento, sacaba la cabeza al pasillo y allí lo echaba. Luego estaba el de detrás nuestra, que se hizo una cama con cajas ocupando todo el pasillo, y si querías ir al baño tenias que saltar por encima. No me extraña que la potis ya ni lo intentara. Si es que era un desastre de autobús. A media noche a mi me dan ganas de hacer pis y aprovechando que Rico se despierta le digo donde voy, por si acaso. Teníamos el baño justo detrás, pero llegar hasta el, resultaba complicado, entre las curvas y el de la cama de cajas, era como participar en una gincana. Por fin consigo entrar y la puerta no se cierra y entre curva y curva daba unos bandazos que no veas, hasta que en una de esas aprovecho y la cierro de un portazo. Con tan mala suerte que cuando termino e intento abrir, me doy cuenta de que la manilla esta rota, y allí dentro había una peste, que ni con los tapones que llevaba puestos en la nariz me libraba. Me pongo a dar con la mano en la puerta repetidas veces y allí no aparecía nadie. Mientras con las curvas de la carretera, me tambaleaba de una pared a otra, o me iba contra el espejo, un mareo. Y pensaba… como Rico se haya dormido, me veo aquí toda la noche, porque el más cercano al baño es el de la caja-cama, que duerme como un leño, le está pasando todo el mundo por encima y el tio ni se inmuta. Hasta que por fin Rico vino a rescatarme, el capullo me había escuchado desde el principio, pero me dejó allí un ratito L haciéndome sufrir.
Otra anécdota: a media noche el autobús hace la típica parada para cambiar de conductor y de paso la gente aprovecha para estirar las piernas, comer o beber algo. Nosotros nos quedamos durmiendo, hasta que al nuevo conductor se le ocurre poner un CD de música disco a toda hostia. De repente saltamos un palmo del asiento. Al principio pensamos que le había dado sin querer al volumen, pero cuando la gente subió y puso en marcha el motor, aquello seguía siendo un auténtico escándalo. Nosotros no nos lo creíamos, lo curioso es que mirábamos a la gente para ver su reacción y se mostraban totalmente indiferentes, parecía que no estuviesen escuchando nada. De echo la gente que estaba durmiendo, seguía dormida, sin inmutarse, alucinante. Pudimos soportar la situación unos 15min. en marcha, después Rico se levantó y fue a pedirle que bajara la música y eso fue lo que hizo, bajarla un poco. Vaya nochecita!!! Este capítulo lo podríamos dedicar perfectamente, solo a contar anécdotas de este Bus, porque hubo unas cuantas.

Nuevamente y nada más dejar las mochilas y recabar un poquito de información, nos pusimos en marcha para visitar la zona. Cogimos un bemo (furgoneta que hace el trayecto entre dos destinos) y nos internamos en el valle para ver la arquitectura tradicional de esta zona y un palacio de los antiguos reyes de Sumatra. El bemo nos dejó en un pueblecito y después tras un café con los lugareños y varios regateos, tuvimos que contratar un par de motos para que nos llevaran a ver el palacio. Nos dejaron en la puerta y se fueron. Nuestra sorpresa llegó cuando al subir la cuesta para verlo, nos encontramos que el palacio eran un montón de andamios, por lo visto estaba en reconstrucción. Un fuego lo había arrasado hacía dos años, nos contaron. Una vez yallí, lo más que pudimos hacer fue sentarnos con un abuelete a que nos pusiera el video del incendio. Mientras llegaban otros lugareños, para oler y también acababan viendo el video que les ponían los pelos de punta cada vez que veían las llamas y recordaban el incendio.

Nuevamente y tras insistentes regateos, (son muy duros, para regatear, si te dicen un precio, lo mantienen y es súper difícil que te lo bajen) negociamos un buen precio y conseguimos otras dos motos. Por unos 2€ nos llevarían a recorrer la zona y nos enseñarían la arquitectura tradicional. Esta vez pudimos disfrutar tanto de las casas como del paisaje. Arrozales con palmeras nos acompañaron todo el camino y pudimos ver en ellos a la gente trabajando.

Llegamos al hotel al anochecer, reventados de tanto transporte de autobús, bemov y moto. Cenamos un par de tortitas y nos fuimos a la cama a descansar. Tan sólo gastamos fuerzas en apalabrar una moto para el día siguiente visitar del Lago Maninjau, un inmenso lago de agua dulce que está en el cráter de un volcán.

Por la mañana y tras reponer todas las fuerzas que el sonido de la calle nos dejó, recogimos la moto y nos fuimos a visitar el lago. El camino discurría en un cañón, por la vereda del río, todo un placer conducir la moto por allí y ver de nuevo campos de arroz y árboles frutales. Seguimos la carretera hasta un alto desde el cual deberíamos tener una buena vista del lago, esta vez las nubes no nos dejaron ver mas que los picos más altos de las colinas que rodeaban el lago, es lo malo de viajar en época de lluvias.

Dejamos atrás la zona de vistas para bajar al lago, una carretera con 44 curvas en U que descendía hasta el lago. Nos lo pasamos pipa en la bajada que nos hizo recordar las carreras de motos del circuito de Sepang. Una vez llegamos a la orilla del lago, nos pusimos en camino para hacer una ruta circular de unos 50 Km sin embargo la amenaza de la lluvia nos hizo darnos la vuelta tras 20 minutos de camino, no sin antes haber disfrutado de unos noodles y de un refrescante bañito.

De nuevo llegamos a Bukkittingi al anochecer, como todavía nos quedaban fuerzas nos dimos un paseo por los mercados y disfrutamos de la comida de los puestos de la calle, noodles, rotis, pollo frito y un pancakes (tortitas).

Lo mejor de estos dos días quizás no fueran tanto las visitas sino de nuevo la gente. No hemos conocido un pueblo como el de Sumatra, todos los niños te saludan con el hallo Sir, o hallo Miss, los chavales de igual manera y los hombres y mujeres se acercan, te preguntan de donde eres, donde vas, si estamos casados…Tan sólo tienen sonrisas en la cara para recibirte, cuantos cafés y cigarrillos hemos tenido que rechazar y cuantos sit down here please (sientate aquí por favor), cuando hemos tenido el tiempo para sentarnos, el ver cómo disfrutaban de que estuviéramos allí te hacía sentirte feliz.

Por la mañana nos despedimos de Bukkittingi desayunando noodles y café, de nuevo estábamos en un puestecillo en el que nos habían llamado para que fuésemos a desayunar con ellos, fotos, risas, conversaciones de football, de Raúl Gonzalez, de Torres, hasta sabían del Geta y que Guiza estaba en Fenerbace… Gracias a ellos nos enteramos que había un atasco impresionante en la carretera a Padang y nos metieron prisa para que fuéramos cuanto antes al aeropuerto ya que las lluvias de la noche anterior habían provocado corrimientos de tierra que estaban obstruyendo la carretera.

De camino al hotel nos encontramos a Ulrich, el alemán dueño del alojamiento. Nos estaba buscando, porque la furgoneta que nos tenía que recoger se había adelantado a la hora, para ganar tiempo por el tema del atasco. Allí nos despedimos de él y empezamos el viaje/rally hacia el aeropuerto de Padang. Donde normalmente se tardaban dos horas en llegar podríamos tardar hasta 4 y perder el avión. Menos mal que nos tocó otro Fernandito Alonso al volante, en el atasco se metía en el carril contrario y no sabíamos cómo pero se colaba en huecos que se debían abrir por arte de magia… Finalmente llegamos a tiempo para coger el vuelo.

Tan sólo una hora después estábamos en Yakarta, y tras otra hora más en Yogyakarta deseosos de ver los templos de Borobudur y Prambanan.

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