Por la mañana fuimos a visitar primero el Lake Mattheson, un lago en el que se reflejan la cadena montañosa que cruzamos el día anterior, cómo no, las nubes, nuestras compañeras de viaje nos impidieron tener una vista perfecta…. Tras un paseo por el lago nos fuimos a ver el Fox Glacier.
Como vais viendo, Nueva Zelanda es un país lleno de bosques, montañas y glaciares. Aquí se encuentran los glaciares más próximos al nivel del mar de todo el planeta por lo que visitarlos apena supone un esfuerzo de subir unos 800 metros, no nos lo podíamos perder... El camino en sí apenas tenía nada, pero disfrutar de ese bloque de hielo, de ese azul fue una pasada.
Como vais viendo, Nueva Zelanda es un país lleno de bosques, montañas y glaciares. Aquí se encuentran los glaciares más próximos al nivel del mar de todo el planeta por lo que visitarlos apena supone un esfuerzo de subir unos 800 metros, no nos lo podíamos perder... El camino en sí apenas tenía nada, pero disfrutar de ese bloque de hielo, de ese azul fue una pasada.
Tras un corto paseo, la gente se quedaba en una zona con una vista muy buena a unos 300 metros del glaciar, sin embargo nosotros teníamos ganas de verlo de cerca. Seguimos un camino por la morrena y tras saltar unos cuantos arroyos, llegamos al “cubito”, desde cerca el azul era si cabe más impresionante.
Por la tarde nos dirigimos a ver el otro glaciar que hay en la zona el Franz Josef Glaciar, a tan sólo 40 kilómetros del fox glaciar. Llegamos y estaba lloviendo un poco, Vane se lanzó a la aventura mientras yo me quedaba viendo a ver si amainaba, en vez de amainar cayo realmente el diluvio universal, la pequeña llegó al glaciar, eso sí a la vuelta no he visto una persona con más agua en la ropa, parecía que en vez de salir a pasear se hubiese tirado de cabeza a un río. Menos mal que en nuestra casita con ruedas llevábamos todo y pudo cambiarse de ropa.
De nuevo había sido un día sorprendente, el lago, tocar el glaciar, ver esos bloques de hielo, una pasada.